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31 ene 2016

Cuando te lo vuelves a inventar.

Qué difícil esto de dejarte atrás mientras andamos, cogidas de las manos. Cuando tu espalda y la mía, duermen pegadas. Cuando compartimos aire y nos quedamos sin él.
Qué difícil eso de olvidarte, cuando la noche es joven y la luz entra por la ventana, dibujando tu silueta entre las sábanas.
Qué difícil no pensar en esos motivos absurdos, que hacen que te alejes y yo con las ganas de ver esa sonrisa tuya cada mañana.
Qué difícil centrarse en todos estos papeles
amontonados en la mesa, cuando la ropa está tirada por el suelo y tú en la cama, sumergida en tu mundo.
Qué difícil no poder dejar de sonreírte,
cuando nos leemos con la mirada y la música sale de nuestros dedos al tocarnos.
Qué difícil que no suene bien, los versos en tus besos. Y la poesía rozando tu piel.
Qué difícil enamorarse del dolor que impone el miedo, cada vez que te marchas. Por si no me vuelves a encontrar.
Qué difícil enamorarse del vacío y de la soledad que plaga las paredes de este rincón, lleno de momentos. Los nuestros.
Qué difícil no querer dibujar un atardecer contigo, cuando cada día es uno diferente.

Qué difícil el amor. Y amar.
Porque si fuera fácil, no tendría por donde escribirte.
Y por eso escribo.
Me lo invento.

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