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3 nov 2015

Gnoseología

Tus abrazos sepultados en este incendio,
de camisas, versos y besos ya olvidados.
La calle que te nombra tristemente,
labio a labio,
hasta matar la primavera azul,
esperanzadora,
en la que reías.

Y de azules a grises oscuros,
en otoños ahogados,
la falta de dar,
la falta del venir,
dónde estáis.
No lo sé.

Lo único que sé,
es que están de más todos los días,
de una vida, que a golpe de silencio,
dibujaron el rostro amargo,
en pleno suspiro de esperanza.

Que sólo un momento se precisa,
para condensar mar, tiempo, saber y angustia. Quizá demasiada.
Momento que cuando llega,
se apagan cuadernos y libros
en soledad siniestra.

Momento que acicala la cicatriz del alma,
refuerza los ojos sucios,
acechados por la tormenta.

Que ya no miran,
ni piensan,
diques para el mundo,
que te inunda.
Y no te mata.

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