Hoy te escribí muchas verdades en un papel de servilleta.
Ese papel, me lo guardé en un bolsillo y ahí está. Reprimiendo las ganas de llorar, porque no lo he sacado.
Las mismas ganas que tendrías tú si las leyeras.
Porque a veces, las verdades, por muy duras o blandas que sean, duelen.
Y estoy segura, porque creo conocerte un poco demasiado más que antes, que te dolerían.
Doler, no todos los dolores son malos siempre.
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