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17 abr 2012

Grito al papel y sin ánimo de ofenderle.

Pensar en el futuro, muchas veces prefiero no pensar en él.
Es algo que no me gusta, aunque ni si quiera sé como será, pero me da miedo, desprende oscuridad cosa que me aterra constantemente.
Cuando la mordaza a la que tengo atada mis pensamientos se suelta, estos viajan por mi cerebro y van hacia el futuro. El futuro, que se dirige a una luz brillante, a los que muchos llaman muerte. A lo que yo llamo paz futura y tristeza presente. Luego se dirigen hacia las personas que verdaderamente quiero, que desde siempre han estado ahí, esas que  han aguantado mis gritos desde el día en que vi la luz del día hasta ahora. Esas que guardan en mi un rincón especial.
Se produce así una relación de ideas.
Ideas que odio con todo mi ser y que provocan que el corazón se me acelere, que no pueda respirar y que de  vez en cuando se me escape alguna que otra lágrima. Es entonces cuando vuelvo a amordazar mis pensamientos.

Hasta el próximo viaje de amargura y ansiedad.
Au revoir. 

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